ARTÍCULO - Nuevas Tendencias del cine chileno

por Hernán Shepherd

Las nuevas tecnologías digitales lograron que en pocos años se transformara completamente la escena de producción cinematográfica en Chile, no sólo modificando los precios y las técnicas envueltas en el curso de producción y exhibición de una película, sino también facilitando las producciones de largometrajes digitales de bajo costo. Esto ha permitido que aparezcan nuevos realizadores, temáticas, estilos, formas de producción y circuitos de exhibición a lo largo de todo el país.

Con el arribo del nuevo milenio, a Chile no sólo llegaron aparatos de registro que capturaban imágenes en soporte digital de gran calidad y definición, sino que se logró también un amplio acceso a sistemas de edición y postproducción de imágenes digitales. A su vez, gracias al boom de internet, la difusión de materiales audiovisuales cada vez es más fácil y sencilla, por lo que ahora prácticamente cualquiera es capaz de realizar una película en su propia casa y luego propagarla por las redes sociales en internet.

A la par con el desarrollo y expansión digital, el boom cinematográfico en Chile tras el retorno de la democracia, se modifica o retoma en términos de un nuevo deseo creativo, acentuado por las nuevas tecnologías. En un contexto determinado por el desarrollo de una incipiente industria cinematográfica, la apertura de una serie de escuelas y universidades que imparten el cine, y la gradual instalación de una "cultura" cinematográfica ha permitido que se pueda hablar realmente de un cine hecho por y para todos.

A su vez, el creciente circuito de crítica y análisis de cine, los festivales que incorporan nichos específicos de producción y contenido y, la constitución de un nuevo público diverso que acude y estimula la generación de un “nuevo cine chileno”, ha permitido expandir los horizontes y las posibilidades cinematográficas en nuestro país, muchas veces a la par con el resto del mundo.

Es posible ahora, hacer cine con recursos simples. Cámaras de reducido tamaño, editar en programas convencionales, usar micrófonos artesanales, e incluso improvisar y experimentar en la producción. Ya no es imprescindible ser financiados y recibir gran cantidad de dinero, todo se puede hacer con menos, porque en el proceso es factible el ensayo y error.

Es así que películas como “Que pena tu vida” de Nicolás Lopez o “Metro cuadrado” de Nayra Ilic, han logrado salir del anonimato y ser vistas por gran cantidad de gente. Ser realizadas a un costo ridículo y terminar obteniendo ingresos cuantiosos.

Lo que ha pasado con el cine chileno, es que lentamente, pero a pasos agigantados, se ha democratizado. Acceso, creación, modalidad de trabajo, distribución y público se han transformado en base a nuevas posibilidades, con un cine de bajo costo y abriendo las puertas y la experimentación en lo estético y social. Realmente es un cine de todos


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